Las palabras de la Torá son como la Lluvia
Rabí Simja Bunam contó que las sagradas palabras de la Torá son como la lluvia que desciende sobre la tierra. Así como respecto a las lluvias no se manifiesta visualmente su influencia sobre la vegetación hasta después que pase un tiempo, y después que el sol se haga un lugar entre las nubes y comience a brillar. Del mismo modo sucede con las palabras de Torá, pues cuando las escuchamos, no notamos que afectan directamente nuestra conducta y modales, o manera de pensar, pero estemos seguros que, finalmente, realizarán su cometido.
El motivo por el cual decimos esto es, porque sabido es, que quien nos incita a infringir los preceptos encomendados por El Creador, es el mal instinto. El mismo se asemeja al hierro que ha sido dispuesto sobre el fuego, resultando que todo el tiempo que permanezca en esa situación, el material permitirá ser manipulado, modelado y trabajado a voluntad. De esta manera el artesano podrá construir con él todo tipo de utensilios.
Así ocurre con el mal instinto, cuya resistencia cede únicamente frente a las palabras de Torá, las cuales se asemejan al fuego, tal como lo declara el versículo: «A Su diestra, la ley de fuego para ellos» (Deuteronomio 33:2) (véase Avot de Rabí Natán cáp. XVI)
El versículo citado enseña, que la Torá estaba escrita desde tiempos de antaño, delante del Creador, en fuego oscuro sobre fuego blanco, y entregó al pueblo de Israel las Tablas que fueron escritas con Su diestra (Rashi en Deuteronomio 33:2).
Resulta que, al introducir palabras de Torá en nuestro interior, el mal instinto sucumbe y permite que hagamos con él lo que queramos. Solo que cuando cesamos de hacerlo, este recobra sus fuerzas. Por eso, es menester mantener en este punto constancia, incorporando constantemente nuevos conocimientos de las Sagradas Escrituras, para no permitir al mal instinto que se recupere, y que de ese modo nos modele a su gusto. Somos nosotros los que debemos modelarlo a él, tal como lo enseña el versículo: «Has de amar a El Eterno con tus corazones» (Deuteronomio 6:5).
La palabra corazones está en plural, y en el texto original hebreo se nota claramente la inclusión de una letra bet adicional, indicándose que el versículo habla de dos corazones en cada persona. El motivo de la palabra corazones en plural es, para hacer alusión a las dos tendencias del corazón de la persona, la tendencia hacia el bien, y la tendencia hacia el mal.
Esto implica, que la persona debe servir al Creador con el instinto bueno (su tendencia del corazón a hacer el bien), y también con su instinto malo (su tendencia del corazón a hacer el mal), al cual deberá modelar a través del fuego de la Torá (véase Mishná, tratado de Berajot 9:5).
Índice
Esclarece La Duda De Tu Corazón
La Difícil Tarea De Formar Parejas
El Misterio De Lavarse Las Manos
No Hay Mal Que Por Bien No Venga
El Origen Del Nombre Jerusalén
Por Qué El Judaísmo Se Transmite A Través De La Madre
El Curioso Nacimiento del Hombre y la Mujer
Diferencia peculiar entre la voz de un hombre y la voz de una mujer
Las palabras de la Torá son como la Lluvia
Un Secreto de las aguas del Diluvio Universal
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